Pedazos de nuestro pueblo, pedazos de nosotros mismos. Adéntrate en este blog y descubre trocitos singulares de nuestro presente y de nuestros antepasados. Espero que te guste y espero tus comentarios al final de los artículos.

jueves, 5 de septiembre de 2013

EL ABETO DE LA IGLESIA DEL CENTRO

Unos dicen que lo taló el Ayuntamiento. Otros dicen que fue el sacerdote. Otros piensan que hacía falta talarlo, otros que ni hablar del figurín.


Desde mi humilde posición, y desde este blog que no quiere, ante todo, entrar en polémicas, lanzaré mi opinión: 

Un árbol es un pedazo de vida, un pulmón verde que nos ayuda a respirar mejor. Recuerdo cuando hace años jugábamos los que ahora tenemos 30 años a subirnos a las ramas de ese abeto, a mirar el suelo como si fueras el rey del mundo. A tirar globos de agua a tus amigos aprovechando las agujas de sus ramas. También recuerdo cuando hace varios años, se utilizaban sus ramas dándole ese toque navideño y colorista de luces de colores.

Un árbol es un pedazo de la esencia de nuestra historia. Esos árboles, el que ya se taló y el que se ha talado ahora tienen la misma edad que la iglesia de Santa María Madre de la Iglesia. Es verdad que con la tala del primer árbol, cuando se cercó el recinto eclesiástico, allá por 2005, quedó un poco desangelado. Pero formaba parte de nosotros mismos y de nuestra historia.



¿Por qué se ha talado? Unos dicen que por estética, otros porque levantaba los ladrillos y los cimientos de la iglesia. Yo respondo: ¿Por qué se ha talado? Por dejadez, por desidia, por inconstancia, por su poco uso y por no tener las agallas suficientes para defender la vida de un árbol.

Me duele hablar así, porque algunos criticarán mi actitud. Otros quizá la apoyen: yo simplemente quiero recordar sus frondosas ramas, las tardes en las que muchos de mis amigos estaban esperando a salir del colegio para irse a comer arzollas a los machones, jugar entre sus ramas, encontrar quizá nuestro primer amor entre sus agujas. 


Con la pérdida del árbol se pierde un pedazo de nuestra alma, y lloramos en silencio por una vida que ya no está. Quizá el futuro nos depare otros designios, y quizá con el tiempo haya alguien que defienda los intereses de nuestros pulmones verdes; hasta entonces, vivamos añorando los pedazos verdes que existían y que, por desgracia, ya no existen. Un pedazo de nuestra historia se va con las ramas de este árbol. 


D.E.P: Abeto de la iglesia del centro.