Pedazos de nuestro pueblo, pedazos de nosotros mismos. Adéntrate en este blog y descubre trocitos singulares de nuestro presente y de nuestros antepasados. Espero que te guste y espero tus comentarios al final de los artículos.

sábado, 9 de agosto de 2014

TRADICIONES RELACIONADAS CON EL MATRIMONIO: CENCERRADAS Y PATENTE


Cencerrada
El sonido de una tradición castellana, que prendió a lo largo de los siglos en nuestros pueblos y que, por desgracia, ha ido desapareciendo a lo largo del siglo XX, nos ocupa este capítulo sobre nuestras tradiciones y nuestra historia. Castilla-La Mancha en general, y Cuenca en particular, jalonada de pueblos como el nuestro, ha tenido una tradición rica en manifestaciones sociales relacionadas con el noviazgo y las nupcias.

Hoy hablaremos de las cencerradas, una antigua manifestación popular que tiene mucho de rito nupcial. En algunos lugares a las cencerradas o cencerrás, se les ha llamado pandorga. Incluso en algunos sitios se les llama matraca, relacionado con "dar la matraca" en sentido de pesadez, que hoy en día aún se utiliza.

En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) se define de la forma siguiente:

1. f. coloq. Ruido desapacible que se hace con cencerros, cuernos y otras cosas para burlarse de los viudos la primera noche de sus nuevas bodas. Dar cencerrada. 
2. f. coloq. Ruido similar que se hacía cuando un forastero se casaba con una joven de un pueblo y no pagaba lo estipulado por los mozos de dicho pueblo. 
3. f. coloq. Ruido similar que se hace con cencerros o con otros utensilios metálicos para realizar una protesta cualquiera o como burla.

Aún así, también encontramos definición en el Diccionario de Autoridades, definiéndose cencerrada de la forma siguiente:

"El son y el ruido desapacible que hacen los cencerros cuando andan las caballerías que los llevan. En los lugares cortos suelen los mozos las noches de los días festivos, andar haciendo ruido por las calles, y también cuando hai bodas de viejos o viudos, lo que llaman noche de cencerrada. Dar cencerrada o ir a la cencerrada".
En el Diccionario de Ayala (1693) se define la cencerrada de esta forma:

Aunque este vocablo en su sentido es castellano -dice de modo equívoco al artículo cencerrada- no lo es porque nació en otra parte. En el reyno de Valencia, quando un viejo se casa con una niña o un moço con una vieja, o dos sumamente viejos, o alguna, aunque no sea muy anciana, ha tenido muchos maridos y se casa tercera o quarta vez, la gente popular acostumbra darles chasco la noche de boda haziendo ruido con sartenes y hierro viejo o cencerros, de donde tomó el nombre y a esto llaman cencerrada.

Ramiro González Delgado ya explica los factores que llevan a esta manifestación social y popular, desgranando en su artículo el rito. Ya desde antiguo el rito de las segundas nupcias estaba mal visto. Los antiguos íberos no acompañaban en las segundas nupcias a las viudas. Se trata de una especie de oposición social a la reincidencia matrimonial de viudas o viudos -como si ellos tuvieran la culpa de haberse quedado en ese estado-. 

Incluso la Iglesia primitiva estaba en contra de estos enlaces, que no veía con buenos ojos, y que llegó a denominar honestam fornicationem o speciosum adulterium. Julio Caro Baroja ya introduce el concepto de "desagravio" en las manifestaciones religiosas.

El concepto religioso, cristiano, de desagravio tiene siempre algo que ver con el espíritu de la cencerrada. El desagravio se lleva a cabo dentro de la Iglesia Católica y consiste en una función religiosa que tiene lugar cuando ha ocurrido algún acto ofensivo a la Divinidad, desde un gran sacrilegio a pecados públicos, comunes y corrientes y así se han solido hacer tales funciones de Carnaval. El desagravio popular entre en otro contexto que no es estrictamente laico, como pueden serlo algunas manifestaciones públicas de protesta -y las mismas cencerradas de política lo eran-. Pero tampoco entra dentro de lo religioso dogmático y sí en un sistema de concepciones públicas que queda a caballo entre la laicidad pura y la religiosidad interpretada de aquel modo. Esto mismo ocurre con otros aspectos de la vida popular de las comunidades campesinas europeas desde hace mucho.
Cecilio Mariano Guerrero Malagón. La Cencerrada
La reprobación tiene mucho que ver con el hecho de que se considere una traición al esposo o a la esposa difuntos, y se creía que el sonido de los cencerros espantaba el alma del finado, que se encontraba allí. Es más, la tradición de salir con los contrayentes en carro bajo palio, recuerda mucho al castigo inquisitorial y al escarnio público, como purga del pecado de casarse en segundas nupcias con alguien más joven. 


Por tanto, las características de las cencerradas podremos observarlas de la forma siguiente:


  1. Se trata de una manifestación cultural y social ligada al matrimonio, uno de los cambios más importantes de una persona a nivel social.
  2. Por otro lado, las cencerradas sólo se hacían de cara a una pareja de recién casados en las que el novio o novia eran viudos, o entrado en años.
  3. Solía existir el no hacer partícipe al pueblo de este estado, dado que los contrayentes entendían que habría burlas y jocosidad ante tal hecho.
  4. Esta manifestación se realiza puesto que el pueblo entendía que había una unión que transgredía alguna norma o valor social.
  5. Se consideraban "ilegales" estas uniones y todo ello se convertía en una ridiculización agresiva de los contrayentes, especialmente el entrado en años.
El sonido de la cencerrada es onomatopéyico. Es más, el propio sonido cencerro viene de zinc. Este sonido se ha considerado siempre molesto y grotesco. El propio Cervantes, en el Quijote, en el capítulo 46, de la segunda parte, ya habla de este sonido desapacible en varias ocasiones, refiriéndose a él como "espanto cencerril y gatuno" o "canalla gatesca, encantadora y cencerruna". De hecho, el sonido del cencerro se ha asimilado con el maullido de los gatos, y en lugares del norte se le llama "música de gatos".

Lo más característico de una cencerrada es el instrumento empleado, el cencerro que se trata de una campana pequeña y cilíndrica, tosca por lo común, hecha con chapa de hierro o de cobre, que se usa para el ganado y suele atarse al pescuezo de las reses.

De todos modos, desde tiempo inmemorial, se han usado para las cencerradas otro tipo de utensilios que hicieran ruido desagradable, como esquilas, turullos, tambores, pitos, cacerolas, sartenes, calderos, latas -algunas con piedras-, silbatos, cuernos, esquilones, etc... todo ello acompañado de voces y gritos de la gente.

Libro de las Fiestas. Santa María Magdalena, 2010.
José Luis Alonso Ponga ya estudia el desarrollo de la cencerrada. La víspera de la boda se llegaban la gente cargada de todos estos utensilios a la casa del viudo o de la viuda y allí se pasaban la noche armando escándalo, aderezando todo esto con coplas que destapaban los "trapos sucios" de los novios o acontecimientos en general por los que la gente del lugar se reía. Ejemplos tenemos muchos, hemos seleccionado varios:



«Casaron en Fuencarral
con un viejo de setenta,
mal sano de todas partes,
a una niña de perlas»

- ¿Quién se casa?
- Amparico.
- ¿Con quién?
- Con Pamplinas.
- ¿Por qué?
- Porque le cuide las gallinas.

Allí estaban hasta que el contrayente pagaba una cantidad de vino que fuera del agrado de los que iban a hacer la cencerrada. Hay testimonios de varios días rondando la casa del contrayente.

Libro de las Fiestas.
Santa María Magdalena, 2006.
Durante el día de la boda, los mozos enganchaban bueyes viejos y malos o las peores caballerizas que hubiere a un carro y en él incluían un palio hecho con sacos rotos o mantas viejas. En ella montaban a los contrayentes -muchas veces a regañadientes-, y abriendo el cortejo la juventud iba disfrazada de curas y sacristanes y a modo de incensario quemaban excrementos de gallina, de gato, de caballerizas.

De esta segunda parte, muchos de ellos se libraban porque contraían matrimonio a altas horas de la madrugada, en estricto secreto, sólo con el cura.

Aún así, también se les daba cencerrada en último caso a los forasteros de otro pueblo que querían casarse con alguna lugareña. Estos forasteros estaban obligados al pago de unos derechos para poder casarse con ella. Muchos de ellos fueron refrescados en algún pilón del ganado o el día de la boda cencerreados por el hecho de no haber pagado un convite que normalmente era alguna arroba de vino. A esto es lo que en nuestro pueblo se le llamaba "pagar la patente", puesto que si el forastero nada hacía por pagar, terminaba la noche en algún pilón cercano.

En 1901 se realizó un censo de las costumbres relacionadas con el ser humano desde su nacimiento, boda, vida y muerte. Entre otras costumbres, se habló de las cencerradas como parte de las bodas de viudos y viejos. En Castilla-La Mancha se extrajeron varias manifestaciones que han llegado hasta nosotros.

Libro de las Fiestas. Santa María Magdalena. 2010.
Ya en Castilla la Nueva, vemos que en Huete (Cuenca) también se acostumbraba a pasear en carro a los novios o a ir bajo el palio grotesco y que en Almorox (Toledo) existía la misma práctica lIevándolos en carro hasta la puerta de la iglesia desde su casa. En cambio, en Cabañas de Yepes, se representaba a los novios por muñecos. Lo del paseo en carro se repite en Miedes de Atienza (Guadalajara).


viernes, 8 de agosto de 2014

SI DIOS QUIERE... Y EL BORRICO NO SE MUERE

Cuentan los lugareños más antiguos, aquellos que transmiten la sabiduría de generación en generación que la expresión "Si Dios quiere" que utilizamos al final de nuestras frases tiene una explicación muy concreta en uno de esos cuentos que se transmiten de boca en boca.

Libro de las fiestas Santa Mª Magdalena, 2006
Y es que utilizar la interjección "Si Dios quiere", cuando, por ejemplo, decimos: "nos vemos mañana, si Dios quiere" cuentan los lugareños que había dos amigos que se juntaron en el camino del molino. Era tiempo de siega y, por tanto, de acarreo de grano para conseguir harina. Hablando de cómo iba a ser la cosecha, de qué tal estaba el trabajo y otras menudencias varias, uno a otro le comentó:

-Mañana vendremos al molino, si Dios quiere-. 

El otro amigo, no muy creyente, le espetó al amigo con cierto desprecio:

-Yo vendré al molino quiera Dios o no quiera-.

Al día siguiente, después de la faena, como todas las tardes, el amigo temeroso se encontró con que su amigo no había ido al molino. Y busca que te busca, y pregunta que te preguntarás, se encontró con que a su buen amigo, poco temeroso de Dios, se le había muerto el burro, y, por tanto, no había podido ir al molino.

Fuente. Libro de las Fiestas Santa María Magdalena 2007.
La moraleja de esta historia es que seamos temerosos de los designios de Dios, puesto que nunca sabe lo que puede ocurrirnos. Esta historia ha llegado a mis manos y tal cual, la comparto con todos ustedes, temerosos, creyentes o no creyentes. ¿Tendrá todo esto que ver con aquel chascarrillo que se dice de "si Dios quiere, y el borrico no se muere"?

Libro de las Fiestas Santa María Magdalena, 2006.